martes, 30 de junio de 2009

¿Cuál es mi carácter como líder?

Emision, 27 de Junio de 2009.
En 1 Timoteo 3 el apóstol Pablo nos indica los esfuerzos mínimos a realizar y las cualidades de carácter que se deben tener para el liderazgo de iglesia. Pero existen otras características, a menudo pasadas por alto, que comparten los líderes de iglesia efectivos. He aquí ocho de estas características, por medio de las cuales podemos evaluar nuestro servicio en la iglesia:

1. ¿Puedo manejar información correctamente? La información es poder. Alguien que está en condiciones de ejercer el liderazgo manejará la información como si estuviera conduciendo un camión lleno de explosivos.
2. ¿Puedo aplazar un juicio? Las personas que hacen juicios a la ligera no son líderes de iglesia efectivos.
3. ¿Estoy dispuesto a ser dirigido por Dios? Los líderes necesitan escucharse unos a otros, pero más importante aún, necesitan poder escuchar la voz de Dios.
4. ¿Puedo confrontar de manera apropiada? A nadie le gusta el conflicto. Pero para atacar con integridad, los miembros de la junta deben estar dispuestos a confrontar incluso a uno de los suyos. La ira desenfrenada, el engaño descarado, las palabras hirientes son algunas de las cosas que demandan un desafío de amor. Los dos extremos son: evitar el conflicto o actuar como el exterminador. ¿En qué punto de la línea se encuentra usted?
5. ¿Tengo miras amplias? La tradición de la iglesia da vida; el tradicionalismo amenaza la vida. La comodidad de lo familiar también puede sofocar el avance de la iglesia.
6. ¿Tengo un temperamento de «sí, puedo»? Pareciera que algunas personas tienen la «bendición» del pesimismo. Las personas con una actitud de «sí, puedo» son diferentes. En vez de decir: «¿Por qué nosotros?» como su primera respuesta, dicen «¿Por qué no?» ¿Cómo responde usted ante las nuevas ideas?
7. ¿Estoy dispuesto a asumir mi culpa? Los líderes piadosos asumen la responsabilidad por sus pecados. Son humanos, y lo saben.
8. ¿Tengo la paciencia de Job? En la iglesia, lograr que se hagan las cosas siempre toma más tiempo del que usted cree. Siempre hay un comité más u otra asamblea de la congregación en las que se tenga que presentar la propuesta que usted hace. ¿Puede usted manejar el proceso de «apúrate-y-espera» típico de la vida de la iglesia?

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